El bautismo en el Espíritu Santo no es una experiencia del pasado, sino una ingenuidad presente para todo creyente que anhele más de Alá. Es un llamado a estar en dependencia del Espíritu, a averiguar Su llenura diariamente y a ejercer los dones que Él ha poliedro para la extensión del Reino.

Es el Espíritu Santo quien nos va santificando, ayudándonos a ser más como Cristo en medio de una sociedad tan alejada de él. La obra del Espíritu Santo nos ayuda a comportarse en todo momento de una forma que agrada a Altísimo. Su poder y su obra en nosotros nos ayuda a ser más como Jesús cada día.

El fuego simboliza la presencia y el poder purificador del Espíritu Santo, mientras que el rumbo representa la llenura y la acción del Espíritu.

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Juan no predicaba que el Espíritu Santo Cuadro para unos pocos escogidos no más, sino para todos que se arrepintieran y recibieran su bautismo.

La experiencia de los samaritanos demuestra que uno puede creer hasta cierto punto e inclusive puede bautizarse en agua y todavía no recibir el Espíritu.

El bautismo del Espíritu Santo es la experiencia neotestamentaria con Jehová que es básica y común. Es el arranque del Espíritu. Jehová ha prometido esta experiencia a todos los que creerán en El y ha mandado que todos reciban Su Espíritu.

El Espíritu Santo muestra la verdad y Práctico al creyente en Altísimo. En momentos de dudas, es bueno detenerse a despabilarse la presencia de Dios leyendo su Palabra y escuchando lo que su Espíritu dice a nuestro corazón. El Espíritu Santo siempre nos Conductor conforme a la verdad del evangelio.

El poder que hemos recibido por el bautismo del Espíritu, que nos ha hecho tan felices, debemos utilizarlo para hacer el admisiblemente, de modo que podamos ser colaboradores de Jehová en la tierra.

Las Prenda de nuestra Get More Info herencia se refiere a que admitir el Espíritu es solo un plazo inicial y que luego recibiremos la otra parte si perseveramos hasta el final. Aún se puede sostener que son las primicias del Espíritu. Veamos algunos versículos:

Para nosotros ahora en día, este incidente es sumamente importante porque proporciona la prueba sólida que el bautismo en el nombre de Jesús y el bautismo del Espíritu Santo con la señal original de hablar en lenguas eran la norma para la iglesia neotestamentaria entera.

Notar la presencia del Espíritu Santo nos confirma nuestra realidad: ¡somos hijos de Jehová! Esa certeza nos lleva a tener una relación cercana y preciosa con nuestro Padre celestial. Nuestra verdadera identidad está ahí: somos hijos del Dios todopoderoso y nadie podrá cambiar eso en absoluto.

Otros relatos de la Gran Comisión anotan la promesa del Señor de estar con Sus discípulos hasta el fin de la antigüedad (Mateo 28:20) Campeóní como Su promesa de atinar a todos los creyentes el poder de echar fuera los demonios, platicar en nuevas lenguas, ser victoriosos sobre las serpientes, ser protegidos contra el veneno, y orar con éxito por la sanidad de los enfermos (Marcos 16:17-18). Todas estas promesas se cumplen por medio del poder del Espíritu Santo que mora en ellos.

Este incidente revela que el bautismo del Espíritu Santo es una experiencia definitiva que no debe ser confundida con los milagros y que no necesariamente acompaña los milagros, y no debe ser confundida con la gran emoción, la creencia mental, el arrepentimiento, o el bautismo en agua.